miércoles, 25 de febrero de 2009

De mendigos a millonarios


En 1968 todavía los comerciales de colonia para los hombres no mostraban jóvenes fornidos que se tiraban desprejuiciadamente agua mineral sobre la cabeza. Osvaldo Giesso, ingeniero y arquitecto, iniciaba en el país un nuevo estilo de vivienda. Estaba en Cochabamba 360 y surgió del reciclado de una antiquísima casa de más de 200 años, de 13 metros de frente por 60 de fondo que hacía más de 4 años que nadie quería comprar.

En ese momento las propiedades antiguas pertenecían en su gran mayoría a grandes firmas multinacionales -Bunge y Born era una de ellas- que las adquirían para garantizar préstamos bancarios, y a los hijos de los inmigrantes que, con el correr de los años, abandonaron la zona buscando los aires palermitanos que por esa época daban mayor status.

En 1985, unas cuatro décadas después de que surgieran en el downtown de Nueva York, comenzaron a aparecer en Buenos Aires en depósitos, fábricas abandonadas o casas tomadas por familias de escasos recursos.

Si bien el loft fue el artículo más promocionado, los estudios, constructoras e inmobiliarias están buscando alternativas intermedias que conjuguen el estilo de vida con las remuneraciones locales. Así, es posible encontrar además del depósito o el galpón propiamente dicho, los denominados "lofty", departamentos reciclados y unidades estilo loft, esto es, departamentos nuevos, con el mínimo de paredes posible pero que dan la posibilidad que el comprador luego pueda levantarlas si es que el estilo no le sienta bien.

El loft es un producto inmobiliario nuevo y como tal genera expectativas desmesuradas entre los vendedores y los compradores. Los primeros pretenden aprovechar la novedad especulando con el desconocimiento de potenciales clientes.

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